sábado, 16 de mayo de 2015

Mi tercer experiencia en el INR

Y ahora sí, pude asistir por tecera vez,  a la lectura de personas privadas de libertad.
Aún no he sacado fotos, ustedes dirán por qué. Podría preguntarles si les gustan las fotos, si me autorizan pero es que en este ambiente, quiero ganarme absolutamente la confianza, en primer lugar.
Las personas privadas de libertad no suelen ser un grupo compacto que asiste siempre a todos los talleres, por causas múltiples se da que el grupo, sea casi itinerante. Por tanto me cuesta conocerlos, que me conozcan, que se encuentre ese lazo de confianza del que hablo.
No obstante, siempre me sorprenden. En esta ocasión llevé el cuento Se acabó la rabia de Mario Benedetti. Como este mes festejamos el Día del libro y el autor en Uruguay, quiero que por lo menos dos autores nacionales de la talla de Benedetti y Galeano, conozcan, disfruten.
Tuvimos un par de juegos para adivinar el título y saber por ejemplo de qué trataría el cuento. Leí pausadamente, y tuve que repetir algunas partes.
Cuando fue absolutamente comprendida la trama, se organizó entre ellos un debate: era culpable el hombre, la mujer o el perro. Los dejé opinar libremente. Fue muy movilizador, como acotaba la compañera del PAS, que me asiste siempre, Valeria Gallino, el tema de la infidelidad, en prisión, debe de ser un tema muy motivador, por eso, el debate se dió en forma natural y sin necesidad de estímulos.
Tal vez. Fue un buen debate.
La otra parte más lúdica fue intentar rapear con partes del cuento, qué buenos raperos somos cuando jugamos, y qué bueno les resultó eso de rapear un cuento de autor conocido.
Otra vez esa experiencia me deja con ganas de continuar y sin parar: lejos de sentirme obligada me siento agradecida de tener esta oportunidad.
Las personas privadas de libertad tienen poca o nada de autoestima, por eso me comprometo en cada lectura, intentar devolver. Les permito hablar y opinar de todas formas, los felicito por sus razonamientos y después Valeria los estimular a hacer carteleras.
Vamos dejando huellas, pocas, pero son firmes y cálidas. La lectura, como les digo en cada ocasión, les permite sacar la cabeza del encierro, por eso, es bueno leer.

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